Tuesday, December 01, 2020

Por si un día todo falla

Veintisiete años y todavía no comprendo, qué demonios hago pasando frío en el invierno. 
Recuerdo nítidamente mis 19 años escuchando esa canción que me había enviado la Laura por Messenger, cuando no era sinónimo de Facebook, cuando sólo era Messenger. Me iba a tomar once mientras dejaba el computador cargando las canciones que nos compartíamos y que al tiempo siguen igual de relevantes. 
A mis 19 miraba los 27 muy de lejos, a veces (siempre) cantaba la letra y la sentía muy ajena, como cuando uno lee en voz alta algo con pronombres de mujer. 
Ahora tengo 27 y no me di ni cuenta, la vida pasa rápido y se me ocurren muchas cosas que escribir mientras sigo sentado esperando mis insulinas en este lugar indigno. Esquivando las miradas de las personas que ansían mi asiento. Golpeando las teclas del BlackBerry antes que se me vayan las ideas. 
Hace mucho que no escribo y no es que no haya tenido ganas. A veces he estado en un semáforo y he mirado cosas y he pensado en cosas para escribir. Luego las olvido entre mis muchos trabajos, mis papás, el auto y sus ruidos y olores. Le da sentido a la existencia y hace de la rutina un refugio del que no quiero salir. La zona de comfort es mal vista con un aire de cobardía pero el comfort tiene muchos significados buenos que no tienen que ver con papel higiénico. ("I have indeed lost my train of thought"). 
La vida es tan rara y tan inesperada. Hace unas semanas llegaba sólo en el auto rojo a la casa de mis abuelitos. Con mascarillas tapando nuestros rostros, nos abrazamos con un dejo de incomodidad, el miedo del virus a veces parece más grande que el afecto. Mi abuelito estaba solo y la casa muy silenciosa. El libro sobre la señora Lucía sobre la estufa que tantas veces mi abuelita me encendía porque la casa era muy helada y usted es tan friolento. 
Tengo tantos recuerdos como fotos, como canciones y como palabras. 
Tengo culpas, deudas y ansiedades, pero también tengo muchas cosas que me hacen feliz. No es necesario reflexionar demasiado para concluir que soy feliz. Me siento feliz y a veces quisiera que no se acabe, que nada cambie. 
Pero evidentemente la vida says otherwise, las cosas cambian rápidamente. 
En realidad, no puedo esperar a ver qué más hay ahí afuera para mi. 
Mejor me paro de mi asiento porque ya me van a llamar. 

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