Wednesday, March 28, 2018

Ejercicio de memoria

Porque no siempre tengo fotos y me cuesta dormir en este día noche, intentaré escribir para no olvidar.
Hoy mientras esperaba en la biblioteca y respondía correos por algún motivo apareciste en mi recuerdo. Seguí con mis correos y no lo recordé hasta ahora que me hizo tomar el computador de debajo de la cama y escribir estas líneas. Mis habilidades para escribir están lejos de donde me gustarían pero a veces siempre vale la pena hacer el intento.

Estábamos de acuerdo en que tendría tu compañía en la fila en un día que se suponía marcaría el fin de mi adolescencia. Después dos crueles y fallidos intentos de ver al relevante Morrissey, al fin estaba sucediendo. Miraba la entrada que tuve por meses en el cajón y el anuncio del concierto que aún sigue impreso pegado detrás de mi puerta.

4 de Noviembre de 2015. Una selfie para anunciar tus esperados lentes nos tuvo conversando un rato, el plan estaba listo mientras hablábamos de la vida y de cómo al fin todo se componía.

11 de Noviembre de 2015. Nuestra última conversación por WhatsApp fue hace 6 días. No me extrañó porque nunca hablábamos tan seguido de todos modos. No nos veíamos desde Octubre.


El día del concierto viajé en bus. Te llamé en el camino pero el buzón de voz reemplazaba tu voz nerviosa en ese momento tan relevante. Tampoco me extrañó mucho considerando tu eterna mala suerte con los teléfonos, esos días en que mi propia suerte con los teléfonos no era mucho mejor y cambiaba de un BlackBerry malo a otro BlackBerry peor porque siempre he sido terco y presionar las teclas mantiene mantenía mi TOC a raya. Tantos cambios de teléfono me tiene lamentando ahora la pérdida de los registros de WhatsApp. Un informático siempre tiene respaldos, I keep telling to myself.

Mi llegada a Santiago me tenía distraído, la emoción de ver al ídolo eterno pesaba más y cada cierto rato recordaba llamarte. Estaba seguro que eventualmente me escribirías por alguna red social o te las arreglarías para encontrarme entre la multitud hipster que hacía la fila en ese día caluroso de Noviembre.
Llegaron otros personajes y llegó el esperado concierto que cumplió todo lo que prometió durante mi larga adolescencia. Regresé tarde, cansado y feliz.

12 de Noviembre, me levanté relativamente temprano. Te llamé de nuevo, recordé que no apareciste finalmente. Estaba algo molesto después de tanto planearlo, después de todo las oportunidades de vernos son escasas, íbamos a almorzar juntos, tenías que ir a clases y yo volver a Valparaíso.
A las 6 de la tarde estaba parado en la Caleta Portales con mi cámara colgando, tomaba fotos distraído, el taller de fotografía no me había gustado mucho y terminé tomando fotos a los perros y a las gaviotas en vez de hacer los ejercicios de control de velocidad que teníamos que practicar.

Volví a casa cuando ya anochecía. Saludé a mis papás y me preparé once. Me senté en el escritorio a trabajar en las fotos que tenía que enviar ese mismo día. Para variar, me quedé hasta tarde, con la mente ocupada y aún ignorando qué había sido de ti.
No recuerdo bien la hora pero era ya de madrugada cuando algunas publicaciones en Facebook me hicieron pensar que estabas enfermo. ¿Te pasó algo?
No sabía que hacer, navegaba por los perfiles de tus amigos de Facebook y no encontraba respuestas, solo más preguntas. Fue el acto de desesperación de tipear tu nombre en Twitter que reveló lo que había pasado.
¿Cómo no supe antes? ¿Cómo estuve en Santiago marcando tu número sin saber que estabas en el hospital?

No entiendo bien por qué la crueldad de la situación no me hizo enterarme de inmediato pero transcurridos unos minutos supe que ya te habías ido, a la misma hora que yo estaba parado con mi cámara entre las gaviotas ruidosas.
Mi asombro e incredulidad dieron paso a las lágrimas, traté de morderme la lengua. Mis padres dormían.
Mi madre con su eterno insomnio se levantó al baño, corrí a contarle lo que pasó. No recuerdo que más ocurrió esa noche. Dormí probablemente.

13 de Noviembre. Eran las 7 de la mañana, yo ya estaba con mi eterno polerón rojo esperando a mis papás para salir, tenía clases y mi papá me dejaba cerca del metro. Estaba tembloroso y me puse a llorar, mi madre me abrazó y luego salimos. El viaje fue en silencio.
A las 9 de la mañana decidí salir de cálculo y lloré un poco, luego decidí que no podía volver así que emprendí rumbo hacia a estación de vuelta.
Estaba sentado esperando el tren cuando en un acto irracional volví a marcar tu número. Por primera vez en muchos días se escuchó una voz femenina del otro lado. Se me hizo un nudo en la garganta y colgué. No quise ni pensar en cómo estaba la familia lidiando con esto.
Me subí al tren y miré el techo, luego caminé por el centro hacia ningún lugar. Cuando me sentí mejor tomé un colectivo a mi casa.

Este año serán 3 años desde aquellos movidos días de Noviembre que aún recuerdo con una nitidez tan real como nuestra amistad. El tiempo se detuvo sobre ti, tu last fm con la última canción, tu twitter tan difuso como esas últimas horas y tu número de teléfono que aún no me atrevo a eliminar de mi celular.

Esto resultó mucho más largo de lo que imaginé cuando lo armaba en mi mente hace un par de minutos, es por ello que agradezco tu atención, ya que es inevitable que tus ojos se detengan en este espacio así como los mios se detienen en el tuyo casi como reloj cada cierto tiempo para ver si hay algo nuevo. Algo que quieras compartir o que te quieras guardar, Me cuesta -después de 8 años de este blog- encontrar su verdadero propósito. Quizá sea compartir y guardar al mismo tiempo. Como sea, gracias. Lo eres todo.